CuidatusMascotas - El mito del Doberman

Ningún mito canino ha sido tan imaginativo y extendido como el del doberman. Los “me dijeron”, “me contaron” o “hubo un caso”‘ pululan por doquier trasmitiéndose de boca en boca sin que nadie conozca personalmente el caso relatado sobre el doberman. La explicación popular a esto es el mentado “…crecimiento cerebral de los doberman más allá de la capacidad craneal que hace que a cierta edad pierda el olfato y no reconozca al dueño…”

Cualquier persona observadora se dará cuenta de que ningún perro apela al olfato para reconocer al dueño a menos que esté ciego y sordo. Si el amo está a la vista, lo reconocerá por su forma de moverse, si no lo está lo hará por ruido, por sus pasos (únicos e inconfundibles al sensible oído canino), por la particular forma de sacar sus llaves, abrir la puerta, etc… finalmente olfatear detenidamente a su amigo para tener una idea de donde estuvo, que novedades trajo, su estado de ánimo, y miles de datos más.

Cuando este mito se vierte de la boca de una persona sin experiencia, se debe al desconocimiento, pero he oído decir a criadores y expositores experimentados haciendo gala de un lenguaje técnico sobre los doberman “…y la presión que sufre el doberman a la altura de los parietales termina anulando el olfato, por eso el doberman no reconoce al dueño a los cuatro o cinco años, y bla, bla, bla…”, ni siquiera es cierto que el sentido del olfato se encuentre a la altura de los parietales.

Lo malo de todo esto es que hay cientos de perros doberman fieles a sus familias de los cuales no se dice nada, en cambio cuando se dá un caso en que un doberman ataca a su dueño, automáticamente se le atribuye a éste “un problema general de la raza” y no al hecho de que como en muchos otros casos sea doberman o cualquier otra raza, seguramente era un perro mal educado por su dueño.

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